El desarrollo de Curanilahue se encuentra íntimamente relacionado con la llegada del tren. En 1884 y con el objetivo de facilitar la explotación y el traslado de carbón, el gobierno autorizó al empresario Gustavo Lenz para que construya el ramal Concepción – Curanilahue, obra que fue finalizada en 1890 y que, según el relato de Juan Quilamán, implicó un gran esfuerzo ingenieril, ya que la Provincia de Arauco se caracteriza por ser un sector con muchas montañas y depresiones, entre las cuales destaca la Cordillera de Nahuelbuta. Junto al carbón, la nueva estación también contribuyó al comercio de oro, madera y productos agrícolas, produciéndose un explosivo crecimiento y desarrollo urbano de Curanilahue a partir de su construcción. En la década de 1950 el ramal y todas sus estaciones pasaron a ser administradas por la Empresa de Ferrocarriles del Estado.
Juan Quilamán ha vivido toda su vida en Curanilahue. Recuerda que con sus amigos iban siempre a la estación a jugar y esperar la llegada de los pasajeros, que cuando viajaba a Santiago le encantaba caminar por todos los vagones y que con su familia eran habituales los paseos por el día a la hermosa playa de Laraquete, a la cual se iban temprano en el tren de la mañana y luego regresaban en el de la tarde. Considera que era un tipo de transporte muy cómodo y adecuado para viajar, y destaca que el edificio de la Estación Curanilahue tenía una hermosa fachada.
El edificio de la estación, el terraplén y las antiguas vías ya no existen. Al momento de la visita, en el recinto se encontraba la Municipalidad y la Casa de la Cultura, además de un complejo de departamentos habitacionales y locales comerciales. A don Juan le gustaría mucho que la estación y todo el circuito ferroviario volviesen a funcionar, pero considera que esto es muy dificultoso, debido a que se han construido viviendas en varios de los terrenos donde se encontraban las estaciones.