La historia de San Francisco de Mostazal se encuentra íntimamente vinculada con la construcción de la línea ferroviaria hacia el sur. Según el relato de Manuel Ruperto Soto Fuentes, quien ha vivido toda su vida en el pueblo, éste debe la primera parte de su nombre a que en el pasado había un santo de San Francisco en el lugar, que era reconocido como una parada por los trabajadores ferroviarios y por los pasajeros. Otro hito que refuerza esta relación, es que la comuna fue fundada el 17 de marzo de 1894 en una reunión celebrada en la estación de ferrocarriles.
Por su parte, la estación se inauguró en 1861 y el edificio fue construido reproduciendo el estilo de la estación Alameda de Santiago. Desde sus inicios, fue fundamental para el transporte de pasajeros y el traslado de productos entre la zona centro sur del país y la capital. Según recuerda Manuel, los recorridos de trenes conocidos popularmente como el “Pichilemino”, el “Rancagüino” o el “Camberre”, fueron transcendentales para el desarrollo económico de la localidad, ya que junto con el traslado de pasajeros, también transportaban productos locales como alimentos, semillas, animales, leña u hortalizas, entre otros.
El edificio original fue declarado monumento nacional en 1981, pero cerró al público en 1985 a causa de los daños sufridos por el terremoto de ese mismo año, los cuales se agravaron aún más con el de 2010, dejándolo en ruinas. Posteriormente, fue restaurado respetando su diseño original, a partir de un trabajo colaborativo entre el Municipio, el Consejo de Monumentos Nacionales y la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE). Desde entonces funciona como centro cultural y en su interior se realizan exposiciones de arte, obras de teatro y conciertos musicales de forma habitual. De hecho, el propio Manuel ha actuado en obras que han presentado con su club de adultos mayores “Los Grandes”. Junto con restaurar el antiguo inmueble, EFE construyó una nueva estación al costado de la original, la cual forma parte del Tren Rancagua-Estación Central. Todo esto fue confirmado el día de la visita. Al interior de la antigua Cabina de Movilización, que también fue restaurada, se pueden apreciar las palancas originales y el mapa con las luces de cada uno de los desvíos.